Parece inverosímil.

Parece inverosímil que estés tan lejos,

Que te mires al espejo y no recibas reflejo,

Que de entre todo el potencial del universo,

Adentro solo tengas un agujero negro.

Estás, pareces o eres,

Pero nunca todo a la vez,

Ni siquiera presente eres,

Solo pareces pasado.

Odio que algún día me iré

Odio que algún día me iré,

Solo espero que no sea mañana.

Aún tengo tantas cosas por hacer…

Solo espero que me esperen allí,

Odio esperar durante mucho tiempo solo.

Espero que me perdonen, quien sea

Y sea lo que sea. Así que lo siento,

Por adelantado, por si llego

Y no saben qué esperar de un desconocido.

Todo está bien, cuando siento remordimientos

Simplemente miro hacia otro lado,

Como todos, supongo. Lo odio…

Perfectamente imperfecto

Rodéame con tus brazos, con tu aura,

Necesito tu calor porque me alivia amarte.

¿Amor propio? Quizás lo sea, nadie es perfecto.

Quizás sea tu mirada que hace que te necesite,

Necesidad de observarte. Eres una estatua pura,

Perfecta en todos los sentidos, menos en tu humanidad,

De la cual estoy completamente enamorado.

Polvo

 Tubos de cristal por venas, veneno por sangre.

Sucios por dentro, impuros, repletos de mugre.

Polvo eres, y lo seguirás siendo, de vidrio.

 

A prueba de balas

¿Cómo puede doler tanto el recuerdo de tu piel?.

Hielo, como una bala ardiendo en el aire, caliente

Y tan veloz que reta a la propia física.

Sentimientos que me queman, infierno. Tu risa,

El recuerdo de tu olor duele. Sigue doliendo…

Aunque solo a veces, no siempre.

Lágrimas de tinta.

Y palabras caían de sus ojos,

y palabras corrían por su cara

y acababan en la mesa, en el suelo.

Servilleta negra, mente blanca,

todas las letras habían escapado,

incluso hasta los puntos y comas,

tildes, diéresis y números.

Ni siquiera quedó sin querer el punto

de las gritonas exclamaciones.

Un amasijo de pensamientos desordenados

de fecha y lugar. Sin clasificar

también estaban las emociones,

la furia mezclada con la tranquilidad,

la pena con la decepción, la mentira

con la verdad. Lo real no lo parecía,

real. Lo irreal aparecía y desaparecía.

Y como todo salió de su cabeza, tal cual

volvió a entrar, una tras otra, en fila,

frases con pleno sentido, que se fueron

ordenando por secciones, formas y colores.

Una vez que estuvo todo colocado,

miró al papel, ahora blanco puro.

La más barata, la sonrisa.

Mil palabras eran el precio,

equivalentes a un viejo palabro.

Se inclinó y le susurró

algo al oído.

Los mostró todos,

los dientes.